viernes, 18 de abril de 2008

MENSAJE DESDE LA SER. "Baba en la pluma".

La baba en la pluma. El director de la Cadena Ser, Daniel Anido, escribió un "artículo de opinión" contra un destacado grupo de periodistas, entre los que se encuentran Federico Jiménez Losantos, Pedro Jota Ramírez, Luis María Anson, Antonio Burgos, Alfonso Ussía y algunos otros.

Así se califica desde la cúpula de la cadena SER a la competencia, osea, a la manada descarriada. Uhm, que malos..... hay que ver la progresía hasta donde alcanza. Democracia se llama la figura. Que cosa más abyecta. Lo que nos queda. La letra del texto a reproducir en rojo, la más adecuada dadas las circunstancias.

Nota: durante unas horas la cadena SER "borró" o "descolgó" el texto en cuestión. En el momento actual se encuentra de nuevo a disposición de los internautas. Ahí va la pildora.

DANIEL ANIDO dixit. Son de ilustres burgos, ansones, losantos, pejotas, usias y alguna que otra schlichting, pero segregan ese líquido viscoso y corrompido por la comisura de sus parpados, acentuando el asco que desprende su mirada.

Tenemos que mirar sus caras, seguir con atención el recorrido; ver como avanza ese residuo pútrido que desciende por los pliegues hasta la boca, como carcome gota a gota su lengua relamida; como la inunda y luego la desborda, para proseguir su camino hasta la mano pegajosa que sostiene la pluma y derramar allí toda su miseria.

Cuando fluye toda esta baba compartida y el periodismo se acojona, estos mirones clandestinos, estos fetichistas de la mugre, se proclaman profetas con derecho de pernada, levantan púlpitos con barrocos tornavoces, apoyan sus falanges en el antepecho, despliegan su abyección más tenebrosa y corrompen el espacio compartido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos usurpadores del oficio, la cloaca extiende su dominio, se adueña de la plaza pública y construye allí su pasatiempo favorito: el juego delictivo del insulto, donde prevalece y se premia la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, como pueden ser la orientación sexual, la fe o falta de ella, la ideología, la gestación, la edad, el nombre o el apellido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos mediocres, que confunden la baba con el intelecto, nuestra profesión pierde el futuro; los ciudadanos, su libertad, y la democracia, el sentido.

El periodismo tiene que hacer frente a la contaminación que desprenden estos exhibicionistas de la baba en la pluma, a la perversión que esconden bajo el necesario paraguas de la libertad de expresión.

Son previsibles. Se plantan delante de sus víctimas y abren con rapidez sus gabardinas, dejando ver su desnudez intelectual. Pero, son cobardes. Si les plantamos cara, mirando fijamente sus despojos orgánicos, señalando con el dedo su minusvalía y mostrando nuestro desprecio con una sonora carcajada, que al tiempo alerte al resto de la ciudadanía, salen corriendo a esconder sus complejos y sus colgajos... en el fango.

(A ellas, que sufren estos días el maltrato de quienes quieren robarnos el oficio: disculpas.)

miércoles, 9 de abril de 2008

ESTO ES FUTBOL. LIVERPOOL - ARSENAL 8.4.2008. ANFIELD

Vaya deporte más bonito el que descubrí anoche. FUTBOL con mayúsculas. No reuerdo un partido así, ni la final del Liverpool contra el Milan, mucho mejor y tan emocionante como aquella. Que partido. Asi se entiende que sean tres equipos ingleses los que esten en semifinales de la champions. Futbol total. Una maravilla. grandioso espectaculo. valga la crónica, la mejor que he leido del partido, para guardar en la memoria tan hermoso sueño. En verdad, inolvidable. Ahora a por el Chelsea.

FERNANDO LLAMAS. EL MUNDO. La media hora inicial de fútbol total y admirable de los 'gunners' valió para que se adelantaran en el marcador por medio de Diaby. En la segunda parte, el Arsenal se salvó momentáneamente de la asfixia con el empate a dos de Adebayor, tras un contraataque en solitario de Walcott, hombre de refresco.

Pero el Liverpool, virtualmente eliminado con ese marcador, volvió a cerrar la espita en dos minutos y envolvió su regalo a los aficionados al fútbol con el cuarto gol cuando su rival se había volcado a la desesperada con nueve hombres en el area de ataque.

El desenlace del partido estuvo en esos 10 minutos finales de golpes a cada cual más doloroso, tras los cuales sobrevivió el Liverpool, definitivamente mejor encajador, más bravo y callejero. Pero el interés, la belleza y la emoción permanecieron desde los primeros pasos hasta la eliminación despiadada del Arsenal.

La primera media hora ensalzó la primavera futbolística que florece en cada partido del Arsenal, que se apropió del balón y lo movió a su antojo. No en su campo, para pasar el rato. Los 'rondos' se sucedían en el campo del Liverpool, a toda velocidad y siempre con la intención de avanzar y provocar el colapso de su rival a base de goles y remates.

El Liverpool cedía metros y cruzaba los dedos bajo la dirección de juego de Cesc Fábregas, la velocidad combinada de Clichy y Diaby por la banda izquierda, y los apoyos constantes e inteligentes de Hleb y Flamini. A nadie extrañó que Reina recogiera la primera pelota dentro de su portal en una jugada de combinaciones que culminó Diaby cambiado de banda y en la que el guardameta español no estuvo inspirado: la bola entró por el palo que tenía más cerca.

El gol aumentó la intensidad del torbellino 'gunner', a pesar de los intentos de Benítez de pedir calma y posición a sus jugadores. Carragher, lateral derecho en esta noche tan especial, debía adelantar su posición, al igual que su homólogo en la izquierda, Fabio Aurelio. Era la única forma de cortar, arriesgando, el baño táctico al que estaba siendo sometido el Liverpool.

Pero hay días y hay ocasiones en las que parece que el destino está escrito y nada puede hacerse contra él. Un balón de Fabio Aurelio que tocó la espalda de Touré provocó un córner. Steven Gerrard lo botó y ahí anduvo Hyypia, primer remate a puerta del Liverpool, cabezazo de trayectoria imposible a la escuadra, a la izquierda de Almunia. Empate.

Muchos partidos cambian por un gol que convierte la anécdota en categoría. El cabezazo del defensa destapó al Liverpool y aminoró la presencia del Arsenal, que perdió el balón y la posición. Se fue echando atrás, empujado por la energía atómica de sus oponentes. Apareció Crouch, también Gerrard. Las bandas funcionaron, Xabi Alonso sacó la cabeza tras media hora de genuflexión. El Liverpool, aún con Fernando Torres un tanto perdido y atribulado, hizo trizas a la banda de Arsène Wenger, que además perdió por lesión a uno de sus mejores piezas, Flamini.

El Liverpool resucitó. Y, cómo no, sobre todo en Anfield, le dio el impulso definitivo Fernando Torres con una acción de goleador que viene repitiendo toda la temporada sin que los defensas, en esta ocasión Senderos, adivinen el momento en el que el madrileño aprieta el gatillo y caza la pieza sin remisión.

Mascherano envía en largo, peina Crouch y el balón le llega al de Fuenlabrada en el pico del área. Le encara Senderos, Touré viene en apoyo. 'The Kid' se gira, arma el remate y clava la bola en la zona del marco inaccesible para el portero.

Con 20 minutos por delante, el Arsenal tenía la eliminatoria perdida, pero un gol lo salvaba. Sin embargo, fue el Liverpool el que sostuvo la iniciativa con una presión a todo campo infatigable, verdaderamente salvaje.

Los de Wenger no se rindieron. Con Walcott ya en el terreno, convirtieron una peligrosa jugada en el área propia -volea pifiada por Gerrard- en un contraataque de impresionante poderío por parte del recién entrado, quien recorrió 80 metros vertiginosos, eludiendo rivales y controlando la pelota hasta dejarla a los pies de Adebayor en el punto de penalti.

El ADN y los destinos europeos del Liverpool y de Benítez no se torcieron. La angustia local duró apenas tres minutos, ya que Touré cometió un penalti innecesario sobre Babel en la frontera del área -pero en ella- y Gerrard activó la guillotina desde el punto de los 11 metros..

Ni siquiera así se rindió el Arsenal, que se topó en varias ocasiones con el buen oficio defensivo de Skrtel, sólido en el área del Liverpool. En su última oportunidad, Cesc lanzó una falta desde la divisoria y todo el Arsenal -menos él y Almunia- se dispuso frente a Reina para atrapar el utópico y salvador 3-3. Pero la pelota acabó en Babel, otro hombre de velocidad explosiva, quien eludió al bueno de Fábregas y ajustó su disparo lejos del alcance del guardameta navarro.