
En ocasiones los hombres aleta invitan a sus amigos humanos a visitar sus islas, donde hay granjas muy prósperas con ganado abundante. En ocasiones estos seres quedan atrapados en las redes de algún pescador, y son arrastrados hasta la costa, donde se asientan entre los humanos. Como pueden predecir el destino humano, lloran en los nacimientos y bautizos y rien en los funerales.
Pero no suelen quedarse mucho tiempo con sus anfitriones humanos. A menudo acaban volviendo a sus hogares, para lo cual reciben la ayuda de los pescadores. Al acercarse a la tierra de donde proceden, informan a sus parientes de su inminente llegada. Tras esas misiones de rehabilitación, los pescadores que los llevan jamás volverán a encontrar esas islas.
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