Wallisch era una de las prioridades en la "Operación Última Oportunidad", una iniciativa lanzada en 2002 para encontrar y juzgar a antiguos nazis, y la fiscalía había abierto una investigación preliminar tras obtener nuevos testimonios de víctimas de Polonia. La fallecida era alemana de nacimiento pero residió en Austria y obtuvo la nacionalidad de la república alpina tras el final de la II Guerra Mundial.
Wallisch estuvo destinada como guardia en el campo de concentración de Ravensbrück (Alemania) con 19 años, y en el de exterminio de Majdanek (Polonia), donde muchos documentos atestiguan que actuó de una forma especialmente cruel con la gente a la que forzaba a entrar en las cámaras de gas. A medida de los años 60 y principios de los 70 la Justicia austríaca la investigó pero no halló pruebas firmes para condenarla y concluyó que tuvo "un papel secundario" en Majdanek.
Después desapareció, hasta que el "cazanazis" Efraim Zuroff, promotor de la "Operación Última Oportunidad", recibió una carta anónima con una dirección en 2004 en la que alertaba de que "la diabla del campo de concentración" vivía en Viena. Zuroff, que relató a medios austríacos cómo dio con el paradero de la guardia de Majdanek, exigió a las autoridades que juzgasen a Wallisch, sin éxito. "Erna Wallisch y su familia pueden agradecer el largo fracaso de los distintos gobiernos austríacos para que al final no haya sido castigada por su papel en el campo de la muerte de Majdanek", aseguró hoy Zuroff en un comunicado.
El Instituto Polaco para la Memoria Nacional (IPN) facilitó en 2007 los testimonios de cuatro supervivientes: Danuta B., Ewa W., Janina W. y Jadwiga L., quienes aseguraron que fue cómplice necesaria para matar a miles de personas y se comportó con un sadismo atroz.
Majdanek, creado en otoño de 1941 para internar a prisioneros de guerra, fue una parte esencial del Holocausto y se transformó en otoño de 1942 en un campo de exterminio, justo cuando llegó Wallisch. Una superviviente del campo, Ewa K., citada por diarios austríacos, afirmó que era la más sádica y cruel, que su sola presencia despertaba murmullos de temor. "No tenía ningún reparo en golpear hasta dejar a la gente tendida en el suelo" -dijo- "ella es y será una criminal".
Otra testigo, Jadwiga L, aseguró que era conocida por sus ataques de furia, y que estando embarazada de un SS del campo golpeó hasta la muerte a un hombre con un palo con tal saña que su cabeza quedó en medio de un charco de sangre.
La captura de Heim tiene una recompensa de 310.000 euros, ofrecidos por los gobiernos de Alemania y Austria y por el Centro Wiesenthal. Datos que conduzcan a la captura y el enjuiciamento de otros criminales de guerra nazis serán recompensados con 10.000 dólares, precisó Zuroff.Con esta iniciativa se evitarán casos como el del ciudadano croata Ivo Rojnica, aliado de los nazis y acusado de perseguir a los judíos, que murió el sábado en Buenos Aires, a los 92 años, sin ser juzgado por sus crímenes. Rojnica era miembro del movimiento croata Ustasha, aliado de los nazis, y fue gobernador del distrito costero de Dubrovnik entre 1941 y 1945. "Habría sido justo que fuera juzgado. No hay pruebas de que mató a gente con sus manos, pero sí de que firmó órdenes de deportación" de judíos y serbios. Su muerte, según el director del Centro Wiesental, "es un fracaso del sistema judicial croata. Nunca formularon una inculpación, ni reclamaron la extradición", a pesar de que a las autoridades croatas se les recordó su presencia en Argentina hace dos años.
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