Quien nos los iba a decir. Después de treinta largos años de gobiernos del PNV, por fin, un lehendakari no nacionalista. Los plastas del pnv, con su nacionalismo rancio, ambiguo y victimario se van del poder. Ya era hora. La ciudadania vasca ha soportado lo indecible la política lastimosa de este partido excluyente, racista y aprovechado. Digo aprovechado pues su devenir como gobierno ha estado siempre pendiente de los movimientos de los etarras y sus voceros en el parlamento vasco, ahora ya limpio de toda esa canalla. Bravo Patxi, a ver si la alianza que ha propiciado el acuerdo con el PP para la investidura no se queda solo en eso y se abre, pero de verdad, una nueva etapa. No solo en lo nominal, sino también en la práctica diaría del ejercicio del deber público. Las banderas con los rostros de los etarras deben desaparecer de inmediato de las fachadas de ayuntamientos y edificios públicos, cualesquiera que sean. La no imposición del euskera para poder acceder a la función pública, respeto por el castellano, la ETB que sea una radio televisión pública plural y no un reducto propagandístico desde el que se lanzan sin pudor y ambages las proclamas nacionalistas de los radicales vascos. Bravo por Basagoiti que no ha dudado un momento y ha conseguido favorecer el desalojo de Ibarretxe, un personaje que ha hecho oidos sordos al clamor de la ciudadania y ha patrimonializado, hasta que le han dejado, la opinión de los vascos y vascas, convirtiendo sus devaneos en el de todos los ciudadanos. Y sobre todo, se trata de combatir a ETA y a sus acólitos hasta la extenuación,no caben treguas, solo cabe su disolución. Ese es el gran objetivo. Que la gente pueda opinar sin miedo, que no se precisen de escoltas para salir a la calle, en definitiva que se pueda vivir en libertad. Comienza un nuevo tiempo. Bienvenido sea. Adelante Patxi.
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