jueves, 22 de marzo de 2007

EL ARTE DE SER FELIZ XXII, XXIII y XXIV

Regla XXII.- Propone Schopenhauer una remisión a la regla 17 en la que Aristoteles enuncia la ss. proposición: Se podría defender muy bien la afirmación de que el fundamento de la verdadera sabiduria de la vida consiste únicamente en evitar en lo posible los incontables males de la vida sin interesarse en absoluto por sus placeres y cosas agradables. Luego enlaza con la idea de Voltaire de que la felicidad es solo un sueño, y el dolor es real. Así las cosas el panorama no se presenta como para celebraciones, pero ¿como sustraerse a ese sueño?, como decía Calderón: la vida es sueño.
Regla XXIII.- Plauto dice: En la vida es como en el juego de dados: si una tirada no cae como la necesitas, el arte debe corregir lo que el azar ofrece. Una parábola expresa que en la vida ocurre como en el ajedrez: en ambos hacemos un plan, pero éste queda del todo condicionado por lo que en el ajedrez hará el contrario y, en la vida, el destino. Las modificaciones que aquí se producen, generalmente son tan importantes que nuestro plan apenas es reconocible en algunos casos básicos cuando lo realizamos.
Regla XXIV.- Lo que nos hace tan desgraciados en la primera mitad de la vida, aunque tiene tantas ventajas frente a la segunda, es la persecución de la felicidad a partir de la firme presunción de que debería ser posible en contrarla en la vida; a ello se debe que nuestra esperanza se vea constantemente desilusionada y que estemos descontentos. Vemos ante nuestros ojos las imágenes engañosas de una felicidad soñada e indeterminada en forma de figuras que escogemos a capricho, y en vano buscamos su modelo original. En la segunda mitad de la vida , el lugar del anhelo siempre insatisfecho de felicidad lo ocupa la preocupación por el infortunio; encontrar para esta una solución es algo objetivamente posible, porque ahora estamos finalmente curados de aquella presunción y solo buscamos la tranquilidad y, en lo posible, la ausencia de dolor, de lo cual puede resultar un estado notablemente más satisfactorio que el primero, puesto que deseamos algo alcanzable y esto tiene mayor peso que las carencias propias a la segunda mitad de la vida.

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