En una isla del sur de Irlanda vive el dios Donn, "Señor de los Muertos" ante quien todos los seres humanos acuden, antes o después, a rendir tributo. Se trata de un dios ancestral, que duerme en una caverna cuidado por nueve doncellas cuyo aliento avienta el fuego debajo de su caldera mágica. El reino de Donn se extiende hasta las tumbas en las que reyes y guerreros celtas yacen enterrados junto con sus armas, joyas y vasijas ceremoniales, sin olvidar los carros en los que viajan al otro Mundo para vivir eternamente. Uno de los temas recurrentes en la imaginación celta es la relación entre los muertos y los vivos. La tierra de los muertos es una gran fuente de sabiduria arcana para los vivos, aunque cualquier viaje al reino de las tinieblas es un grave riesgo. De hecho, ningún vivo puede cruzar su umbral antes de que llegue su hora. Pero resulta enormemente tentador desafiar esa prohibición. Según un autor clásico, las almas de los muertos atormentan a veces a los pescadores de Bretaña, pues les llaman en plena noche para pedirles que les lleven en su barco a una misteriosa isla: el hogar de Donn.Todo el que viaje al Otro Mundo antes de su hora se mantendrá joven mientras permanezca allá pero, a su regreso, envejecerá de golpe.
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