martes, 20 de febrero de 2007

EL ARTE DE SER FELIZ y III

La regla número tres hace referencia a lo que A. Schopenhauer llama caracter adquirido y que define como aquel que se consigue en la vida a través del ejercicio en el mundo y del que se habla cuando se elogia a alguién como persona con caracter o cuando se critica a alguién por su falta de caracter. A diferencia del caracter empírico, en tanto manifestación del inteligible, por ser un mero impulso natural, el caracter empírico es en si mismo irracional. Es más, sus manifestaciones encima las perturba la razón, y lo hace tanto más cuanto mayor sea la sensatez y fuerza de pensamiento que posea una persona. Anteriormente no lo sabemos, carecemos de caracter y a menudo debemos sufrir duros golpes que, desde fuera, nos fuerzan a volver a nuestro propio camino. Pero cuando finalmente lo hemos aprendido, entonces hemos conseguido lo que la gente llama caracter adquirido. No es otra cosa que un conocimiento lo más completo posible de la propia individualidad: es el conocimiento abstracto y por tanto preciso de las propiedades inamovibles del propio caracter empírico y de la medida y la tendencia de las propias capacidades mentales y físicas, o sea, del conjunto de capacidades y deficiencias de la propia individualidad. Cuando hemos reconocido de una vez por todas nuestros fallos y deficiencias lo mismo que nuestras características buenas y capacidades , y hemos puesto nuestras metas de acuerdo con ellas, conformándonos con el hecho de que ciertas cosas son inancalzables, entonces evitamos de la manera más segura y en la medida en que nuestra individualidad lo permite el sufrimiento más amargo, que es el descontento con nosotros mismos como consecuencia inevitable del desconocimiento de la propia individualidad, de la falsa presunción y la arrogancia que resulta de ella.

No hay comentarios: