miércoles, 28 de febrero de 2007

LA BRÚJULA

Para orientarse en sus viajes por tierras y por mar, los hombres primitivos empezaron a fijarse en el sol y en las estrellas. Observaron que el sol sale siempre aproximadamente por el mismo sitio - con las pequeñas variaciones estacionales de rigor- y se pone del lado opuesto. A la zona por la que sale el sol se le llamó oriente, levantamiento, levante... y a la zona por donde se pone , occidente, o poniente. En la mitad de su camino diurno, el sol se halla en posición intermedia, más alta o más baja según la estación del año - pero siempre en la misma dirección, y esta dirección fue llamada "sur" o "mediodia". El punto opuesto del horizonte se llamó "norte" o "septetrión" y corresponde en nuestro hemisferio a la dirección que indica la estrella polar.
En posesión de estos cuatro puntos cardinales, resultaba bastante fácil fijar la posición de cualquier objeto en relación con otro conocido, establecer los itinerarios y desarrollar los viajes. Si el cielo estaba sereno se podía saber tanto de día como de noche , en la tierra o en el mar, la dirección en que uno se desplazaba. Pero con el cielo nublado, no siendo visible el sol durante la noche, era imposible fijar ningún rumbo con seguridad. En las travesias maritimas esta ausencia de orientación comportaba riesgos muy graves. Fue entonces cuando se hizo sentir la necesidad de un instrumento que con independencia del curso de los astros, indicase los puntos cardinales. Este instrumento fue la brújula, basada en la propiedad de una piedra llamada magnetita, que se orienta siempre en la dirección norte - sur, debido a que está imantada como la misma tierra. En el siglo XIII, Petrus Pelegrinus escribió un pequeño tratado sobre la brújula y el magnetismo en general. Epístola de magnete. En su época, la brújula ya se usaba en todos los mares conocidos y tenía una forma parecida a la actual. Consistía en un eje, o pivote alrededor del cual la aguja de magnetita o de metal imantado podía girar libremente. El pivote se había clavado en el centro de un circulo graduado que llevaba la indicación de los puntos cardinales, norte, sur, este y oeste. Esta aguja imantada puesta sobre la rosa de los vientos se llamó más tarde "compás de ruta" o " compás de mar". Los marinos conocían la dirección que llevaban pero no podían saber el punto exacto en el que se encontraban en un momento determinado. Para conocer la latitud, es decir, la distancia al polo o al ecuador medida en grados, necesitaron el astrolabio o la ballestilla, que dan la altura de la estrella polar o la del sol a mediodia, teniendo en cuenta la fecha del año. Para conocer la longitud, es decir, la distancia a un meridiano determinado, tuvieron que inventar los relojes de precisión. Historia y Vida. Extra nº 34. Jordán Verdaguer.

No hay comentarios: