jueves, 8 de marzo de 2007

EL ARTE DE SER FELIZ y XVIII (Riendas a la fantasia)

En todas las cosas que afectan nuestro bienestar y malestar, nuestras esperanzas y temores, hay que poner riendas a la fantasia. Si nos pintamos en la fantasia posibles sucesos felices y sus consecuencias, solo nos hacemos la realidad aún más insoportable, construimos castillos en el aire y después los pagamos caros con la decepción. Pero el pintarse posibles infortunios puede tener consecuencias aún peores: puede convertir a la fantasia, como dice Gracián, en nuestro verdugo casero. Ocurre en ocasiones que cuando alguna desventura ya nos amenaza realmente, a menudo la fantasia se dedica a recrearla pintándola siempre más grande, acercándola y haciéndola más terrible de lo que es. No podemos deshacernos de de un sueño de esta clase al despertarnos, como lo hariamos con uno alegre. A este lo desdice inmediatamente la realidad, y lo que aún pudiera contener de aspectos posibles lo dejamos en manos del destino. No pasa lo mismo al despertar de pesadillas oscuras: nos falta el parámetro del grado de la probabilidad de la cosa; la hemos acercado y puesto ante nosotros, su posibilidad en general es segura, se convierte para nosotros en algo verosimil y sufrimos mucha angustia. Las cosas que afectan nuestro bienestar y malestar solo las tenemos que tratar con la capacidad de juicio, que opera con conceptos e in abstracto, con la reflexión sobria y fria; no debemos dejar que la fantasia se acerque a ellas, porque no es capaz de juzgar; solo nos muestra una imagen y ésta emociona el ánimo inutílmente y a menudo de manera penosa. Por tanto, poned riendas a la fantasia.

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